La música atraviesa los barrios

Columnistas Opinión

Por Jaime Alberto Palacio Escobar*
“El barrio es esa conjunción de micro culturas en el que la convivencia gira alrededor de la tienda de la esquina, de la cantina, de la carnicería, de la iglesia y de tantos otros lugares para el encuentro espontáneo, para compartir información que a todos sirve, para encontrar intereses que los identifican como habitantes de ese encuadre de manzanas que lo componen” (tomado de Envigadeñas, editorial Tresojas, 2021, pqg.37). Son verdaderos sellos de identidad de las comunidades, por sus calles va el torrente sanguíneo de la cultura ciudadana en sus más variadas expresiones. La integración de barrios es el ser de la vida del municipio.

Aspecto del Bar Pájaro Loco, en La Magnolia. Foto Cortesía.

Una conexión
Es curioso, por decir lo menos, que, en la geografía tradicional de Envigado, han aparecido unos bares que, sin proponérselo seguramente, están instalados en esquinas desde las que se tiene visión de tres barrios -en ocasiones cuatro-. Deliciosa coincidencia, esos lugares, ofrecen con su música y servicio un espacio de convivencia que entrelaza micro culturas y rompe filtros y barreras, veamos:
El Pájaro Loco (transversal 32 C sur con diagonal 33) es testigo del cruce de habitantes de la Magnolia, Córcega y Bucarest.
El Bar Cenizo, llamado coloquialmente “La Orqueta” (calle 39 Sur con calle 40 Sur) ha recibido desde mucho tiempo atrás a los vecinos del Pasaje Jaramillo, La Escuadra y El Guaimaro.
En el antiguo Bar Bajo Belgrano (transversal 33 B Sur con diagonal 40) confluían personas del centro del municipio, barrio Obrero y Cervantes.
La llamada cantina de Guanteros (calle 39 Sur con carrera 41) era paso obligado para los vivientes en La Merced, Barrio Mesa, Guanteros y el centro.
Desde La Cabaña del Recuerdo (carrera 35 con calle 38 Sur) se aprecian Los Naranjos, el Barrio Mesa y La Escuadra.
Por el bar-restaurante Mama Julia (transversal 34 D Sur con diagonal 33) pasaban ciudadanos de Los Naranjos, Las Margaritas, el Obrero y el José Félix de Restrepo.

Aspecto interno del Bar Pájaro Loco. Foto Cortesía.

Siempre la música
Sorprendente ver cómo la música de esas esquinas atravesó todos esos barrios. Toda suerte de experiencias, incluida la violencia maleva, han estado en el repertorio de esos lugares de encuentro. Nada de fronteras invisibles, todas naturales, derribadas por unas propuestas sonoras que a todos atraían sin distingos de procedencia.
La geografía moderna de la ciudad agrupó en el nuevo Plan de Ordenamiento Territorial (POT) todos esos barrios en comunidades más grandes. Aun así, cualquier lugareño tradicional se sentirá identificado con el barrio de origen, aquel al que llegó a establecer proyecto familiar y se incorporó a la dinámica de la comunidad desde la solidaridad que a todos unía.
Es posible que las nuevas generaciones de habitantes tengan otras expectativas frente a los lugares de encuentro. Mientras tanto, algunos de esos bares referidos permanecen, siguen convocando y concitando el interés de los ciudadanos de los barrios que los circundan; los que allí aún van, saben que la música tiene ese don mágico de atravesar diferencias y aglutinarlos para mantener viva esa verdad que se expresa: la música toca el corazón de los barrios, el barrio el alma de la ciudad.

*Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012) y Envigadeñas (2021). Colaborador habitual del periódico Órbita y la revista La Vitrola, publicaciones de Envigado.

2 comentarios en «La música atraviesa los barrios»

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