¡Hagan su parte!

Columnistas

Por José Alejandro Tamayo Maya*

Cuenta la leyenda indígena de “La fábula del colibrí” que hubo un incendio enorme en el bosque. De pronto, el jaguar vio pasar al colibrí hacia el fuego.
Le extrañó pero no quiso detenerse. Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que le preguntó:
¿Qué haces colibrí?
Voy al lago – respondió el colibrí– tomo agua con el pico y la echo al fuego para apagar el incendio.
El jaguar sonrió.
¿Estás loco? ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico?
No – respondió el colibrí – yo sé que solo no puedo, pero el bosque es mi hogar… Sé que solo no puedo apagarlo, pero, tengo que hacer mi parte.
Los espíritus del bosque que escuchaban al colibrí se sintieron conmovidos por la devoción de la pequeña ave y su devoción hacia el bosque y enviaron un fuerte chaparrón, que terminó con el incendio.
Las abuelas indias contaban insistentemente esta historia a sus nietos concluyendo siempre:
“¿Quieren atraer los milagros a sus vidas? ¡Hagan su parte! Si quieren que algo salga adelante y progrese, ¡Hagan su parte!”
No hay mejor momento, al menos en la historia que nos tocó vivir, para que acojamos este llamado. Es hora de hacer el aporte que nos corresponde para superar estos tiempos de incertidumbre.
El Covid, la corrupción, el deterioro social, la intolerancia, la virulencia política, las guerras silenciosas, las migraciones infamemente provocadas por el despotismo de muchos gobiernos y el salvajismo con la naturaleza son apenas unas cuantas de las señales que no cesan de insistir que nuestro bosque se está quemando.
Paradójicamente, antes que actuar como el colibrí, muchos sectores están aprovechando la tragedia para “pescar en río revuelto”, atizar más las llamas y obtener dividendos económicos y políticos de las miserias humanas.
Es hora de construir, proponer, conciliar, proteger… Y evitar que la extravagancia de los titiriteros de la infamia aprovechen las deudas históricas, las fragilidades de nuestro sistema democrático y los dolores presentes para desatar odios y atizar hogueras de resentimiento que les ayuden a perpetuar su poder.
Si actuamos y hacemos lo correcto seremos capaces de revertir el cataclismo y transformar la destrucción en oportunidad de cambio; la agresiva asonada en comité de apoyo y el reclamo infundado en una propuesta edificante.
Apagar el incendio -el nuestro- implica recuperar la esperanza; esa que Václav Havel, expresidente de República Checa, decía que no era igual al optimismo, porque no surge de la convicción de que algo saldrá bien, sino de la certeza de que algo tiene sentido independientemente de cómo resulte.
Son muchos los milagros que no vienen del cielo… Se construyen en la tierra; sólo esperan una oportunidad para realizarse… Les basta la voluntad del hombre que admite su responsabilidad histórica y, consecuente con ella… “Hace su parte”.

*Comunicador Social-Periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, con Especialización en Gerencia de Desarrollo Social de la Universidad Eafit y Maestría en Innovación y Emprendimiento en OBS Business School – Universidad de Barcelona. Durante 6 años se desempeñó como Periodista del Periódico El Colombiano y desde hace 28 años labora en la Cámara de Comercio Aburrá Sur, como Vicepresidente Operativo.

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