El arriero Eliseo

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Por Jaime Alberto Palacio Escobar*
Fotos tomadas de Pixabay

Es muy probable que cualquier envigadeño raizal, de esos que tienen entre sus ascendientes dos o tres generaciones nacidas en el municipio, reconozcan en dichas familias algunos que fueron arrieros de oficio, o mejor, vivieron como arrieros. Mi familia está ubicada en ese preciado espectro, debido a que los hermanos de mi abuela materna, Martina Arango Molina, fueron arrieros.
En una en una interesante investigación realizada por el historiador Jorge Andrés Suárez Quirós, llamada “Arrieros y arriería en Envigado”, publicada por el Centro de Historia José Manuel Restrepo, se hace una trazabilidad de los coterráneos dedicados a ese oficio en los siglos XIX y XX. Allí pude constatar que en el censo registrado de los del siglo XX estaban mis familiares lejanos.

Foto tomada de la web del Centro de Historia de Envigado.

Colonizadores
El trabajo documental del historiador Suárez resalta la labor de los arrieros como colonizadores de otras nuevas tierras y dinamizadores de la economía, con la frecuente y reiterada comercialización y transporte de mercancías desde Envigado a otros destinos y viceversa. Mensajeros de manifestaciones culturales propias de su terruño, así como importadores de ideas que surgieron en otros lares.
Esos personajes tan significativos en la historia y desarrollo del municipio tuvieron un ejemplar reconocimiento por don Pacomio Vélez Gómez, fundador de Pavezgo, quien los plasmó en una hermosa escultura que deslumbra a los visitantes en la actual Calle Jardín.
Para los efectos de este escrito quisiera simbolizar a todos esos arrieros con un solo nombre para dignificar y ejemplarizar el resaltado por Don Pacomio. El arriero Eliseo, digno representante de una manera de vivir y de relacionarse con la tierra, con los otros y con ese deseo infinito del hombre de ir de aquí para allá para encontrar nuevos destinos, para encontrar otros quehaceres, más fuentes de riqueza y, por supuesto, nuevas formas de intercambio cultural.

Monumento a la Arriería, en Manizales. Foto tomada de Pixabay.

Tierras lejanas
Eliseo con sus hermanos y otros, con las recuas propias y la de los comerciantes, recorrieron muchos kilómetros para conectar regiones de distintas vocaciones productivas. Llegar hasta esas tierras lejanas fue el comienzo de una ruta de desarrollo que nunca más tuvo reversa. Al salir de Envigado hacia Caldas y de ahí al Suroeste hizo parte de la colonización de muchos pueblos e, incluso él, con otros envigadeños, influyeron en la historia de las nacientes poblaciones. Es como si en el lomo de una mula se transportaran los ideales de pueblos que, por el influjo de Envigado, empezaron a construir su propia historia. Bien lo dijo el Historiador Suárez: “apoyaron el desarrollo económico y comercial y ayudaron al proceso de colonización del Occidente colombiano al llevar y traer toda clase de productos, incluso noticias, canciones, cuentos y leyendas” (op. cit.). Qué importante detenernos aquí para resaltar que Eliseo fue uno de los artífices de la interculturalidad. De imaginar que la ruta que salía de la vereda El Vallano hacia otras regiones fue uno de los senderos que poco a poco enriquecieron la identidad cultural de Antioquia la grande.

«Mulada que entraba por la vía de Sabaneta a Envigado, año 1998, colección Jorge Enrique Buitrago.» Tomada de la web del Centro de Historia de Envigado.

Mucha cultura
Sentir la fuerza de Eliseo transportando cultura podría ser similar a la construcción de las reflexiones que sobre la existencia hizo el maestro Fernando González con su compañero don Benjamín en la inmensa obra Viaje a Pie, que los llevó de Envigado a Manizales, dejando huellas trascendentes en cada pueblo por el que pasaron. Eliseo llevó y trajo ideas, música y leyendas; el maestro Fernando González construyó su ideario sobre el pensamiento humano. Caminantes de la vida, trashumantes de la cultura. Más curioso aún que, muchos años después, un transportador moderno que también llevó y trajo mercancías en un vehículo de carga, fungió como una especie de arriero para enriquecer a los cultores de la música popular antigua con acetatos originales a 78 R.P.M. que trajo de sus correrías -“arrierías”- por el país para promover el coleccionismo en estas tierras. Ese Eliseo se llamó Gildardo.
Envigado con sus arrieros tendió puentes comerciales, fomentó la interculturalidad y la transferencia de saberes, estableció canales de comunicación que fueron definitivos en la construcción y consolidación de las regiones. Eliseo, ese símbolo de la arriería ancestral permeó a otros con lo mejor de su identidad. Igualmente trajo lo que en cada momento le sirvió al municipio para dar los pasos en la consolidación como ciudad.

«Mulas y buseta. Foto Jorge Andrés Suárez. 27 de Noviembre de 2021». Tomada de la web del Centro de Historia de Envigado.

*Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012); Envigadeñas (2021) y 150 años después –Julio Vives Guerra-. Colaborador habitual de la revista La Vitrola y de El Envigadeño Medio de Comunicación, publicaciones de Envigado.

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