En agosto de 1955 se creó Empresas Públicas de Medellín. Aquí, un vistazo al pasado de esa ciudad industrial que soñaba con ser una metrópoli. Fotos, incluida la de portada: EPM
Repasar los titulares de la prensa de 1955 da cuenta de que la Medellín de entonces estaba en obra: desde la construcción del teatro Pablo Tobón Uribe a la terminación de la cuarta y última etapa de los trabajos de cobertura de la quebrada Santa Elena. La municipalidad y la Sociedad de Mejoras Públicas vivían días intensos: los barrios obreros a uno y otro lado del río crecían a borbollones en una urbe de más de 500.000 habitantes.
“El centro cívico Carlos E. Restrepo, del barrio Los Alcázares, se dirige al alcalde mayor de la ciudad y al director de Obras Públicas para hacerle la justa solicitud de una escuela. Ocurre que en ese sector están siendo construidas 650 nuevas viviendas y cerca de 1.200 niños no tendrían donde estudiar, por lo tanto es aconsejable tener en cuenta ese problema”, decía una nota de prensa de El Colombiano del 8 de agosto de 1955.
En el recién inaugurado barrio Fátima reclamaban mayor arborización y la instalación de alumbrado público; en Robledo, mejor conexión telefónica «para no tener que bajar hasta Medellín a realizar trámites”; y en El Vergel (Buenos Aires) y en San Luis (El Poblado) clamaban por vías de acceso que “sustituyeran los fangales que trae el invierno”.
Así explica ese momento el antropólogo e investigador Víctor Ortiz, quien ha dedicado buena parte de su carrera a estudiar la historia y el patrimonio de Medellín:
«En la década del 20, Medellín era la capital latinoamericana de la industria. En este valle se asentaron, sobre todo, muchas textileras. Teníamos una planta de energía eléctrica y estábamos a punto de inaugurar la segunda. Para la década del 50, cuando EPM nace, ya Medellín tenía varias décadas de ser una ciudad dormitorio o de migraciones, pero se disparó porque había mucho empleo y el país vivía la época de La Violencia».
EPM antes y ahora
Esa ciudad fabril en expansión afrontó retos grandes en salud pública. Atrás habían quedado los tiempos en que se repartía el agua en vasijas de barro luego de captarla de las fuentes públicas. También, las partes media y baja de la quebrada Santa Elena convertidas en cloaca.
Para ese entonces cuatro empresas diferentes se repartían la operación del alcantarillado, acueducto, energía y teléfono. Pero la ciudad pedía más y mejores servicios públicos lo que motivó el Acuerdo 58 de 1955 en que se autorizó una fusión que tardaría varios meses en concretarse.
“La creación del ente autónomo [EPM] permitió, entre otras cosas, la expansión de los servicios. Es muy común que en las comunidades se considere la fecha de fundación del barrio el día que llegaron servicios públicos”, amplía Ortiz.
Hoy, 68 años después, la quebrada Santa Elena continúa cubierta y Medellín supera los 2,5 millones de habitantes. La primera línea del metro está próxima a cumplir treinta años y la mancha urbanística le sigue ganando terreno a las laderas.
Ese ente autónomo creado el 6 de agosto de 1955 ahora es un grupo empresarial público (más de 44 empresas) que, entre otros, presta el servicio de energía en once departamentos del país y produce uno de cada cuatro kilovatios que se generan en Colombia.