La moral de don Marceliano

Actualidad Columnistas Opinión

Por Jaime Alberto Palacio Escobar**
No resistí la tentación de preguntarle a uno de los lugareños, asiduos visitantes del parque principal de Envigado, si sabían por qué éste se llamaba Marceliano Vélez Barreneche. De varios que estaban en las bancas conversando e intercambiando objetos solo uno dijo: “un envigadeño que fue Gobernador de Antioquia”.
Por supuesto que yo no esperaba un conocimiento profundo sobre él, como el que existe en diversas publicaciones producidas en el Centro de Historia de Envigado. Más bien aproveché para contarles algunas cosas de su vida, ya que, en ese momento, había logrado captar su atención.
Cuál no sería su asombro al escuchar que Marceliano Vélez Barreneche fue un ilustre envigadeño nacido en 1832 y fallecido en 1923; cinco veces Gobernador de Antioquia y primer abogado graduado en la Universidad de Antioquia, entidad de la que fue dos veces rector. Los antioqueños siempre lo recordaremos por ser uno de los promotores de la Carretera al Mar y el gestor del contrato para la construcción del Puente de Occidente. De resaltar también, su voluntad y decisión para fundar la Escuela de Minas y el Museo de Zea, hoy Museo de Antioquia.

Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Marcvelez.jpg

Militar
Como estratega militar, ampliamente reconocido, llegó al rango de general; en el servicio público ocupó el más alto nivel como senador y como líder político fue impulsor de debates de interés nacional en la construcción de la República entre finales del siglo XIX y principios del XX, sobre todo los relacionados con las normas constitucionales.
Al escuchar esa síntesis tan apretada sobre su trayectoria uno de ellos alcanzó a decir: “el nombre del parque le quedó chiquito, qué orgullo como envigadeños”.
Lo que no sabían es que detrás de la pregunta había otra intención. Recientemente leí una hermosa crónica del escritor de Santa Fe de Antioquia Julio Vives Guerra sobre Marceliano Vélez Barreneche denominada “Un gobernante honesto”. En ella, entre uno y otro párrafo, encontré esta historia: “siendo gobernador de Antioquia se hizo el contrato para la construcción de no sé qué carretera. En su carácter de gobernador tenía que aprobar un contrato y, sin presentar excusas ni razones ninguna dábale largas a la aprobación, a pesar de que como magistrado tenía fama de ser muy activo y diligente. Como el contrato era altamente favorable para el departamento la gente encontraba esa tardanza por lo menos extraña. Por fin aprobó el doctor Vélez el contrato y el mismo día le preguntó el doctor Pedro Antonio Restrepo, padre del doctor Carlos E. Restrepo: -Marceliano, ¿por qué demoraste tanto la aprobación del contrato de la carretera?*.
-Porque esperaba vender una finquita mía por donde esa carretera ha de pasar y apenas logré venderla ayer y perdiéndole.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Es que la carretera aumenta un ochenta por ciento el valor de mi terreno y no quería yo que las gentes se imaginaran que la aprobación obedecía a interés personal”
(Crónicas, edición autores antioqueños, 1994).

Puente de Occidente. Foto tomada de Wikimedia.

Dar ejemplo
En tiempos tan aciagos en los que la corrupción campea, cuando no hay el más mínimo escrúpulo para originar debates ficticios entre lo ético y lo legal y, que todo se vale, en pos del interés particular, será refrescante volver a lecciones de vida como las de la historia de don Marceliano Vélez. Una cosmogonía como la de él, una coherencia a toda prueba y una visión tan trascendental sobre el servicio indeclinable a las comunidades debería ser la primera lección por aprender de aquellos que aspiran hoy a ser gobernantes, antes que las normas de contratación pública que tanto les interesan.
Si Vélez Barreneche hubiera leído a Adela Cortina en su texto “Para qué sirve la ética” (Editorial Paidos, 2013) seguramente habría hecho propia una de sus profundas afirmaciones: “parece que la moral tiene que ver algo con no dañar, pero no siempre y no con solo eso, también con no defraudar la confianza”.

Busto del general Marceliano Vélez Barreneche, en el parque principal, que lleva su nombre.

*El contrato de la referencia era para la construcción de la carretera Medellín – Envigado.

**Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012); Envigadeñas (2021) y 150 años después –Julio Vives Guerra-. Colaborador habitual de la revista La Vitrola y de El Envigadeño Medio de Comunicación, publicaciones de Envigado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.