Emiro Díez, de la ciencia a la literatura

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Por Jaime Alberto Palacio Escobar*
No se le abrió la puerta para entrar a estudiar medicina, sí para ingeniería eléctrica en la Universidad Pontificia Bolivariana. Desde ese primer día el envigadeño Emiro Díez S. labró, paso a paso, una fulgurante carrera como estudiante, ingeniero, docente, investigador y decano. Su universidad y la Nacional de Medellín fueron sus escenarios académicos naturales durante más de cuarenta años de trabajo. En ese largo trayecto llegó a tener los más altos reconocimientos que le pueden entregar a un docente: distinguido, emérito y excepcional. Más de diez publicaciones, fruto de investigaciones sobre energía, máquinas y potencia entre otros temas, llenaron las aulas de nuevos hallazgos y conceptos, para bien de la calidad de la formación de los estudiantes y del nivel de la profesión en el medio. El colofón de ese hermoso camino es el Doctorado Honoris Causa en Ingeniería que le otorgó la UPB.

Emiro Díez S.

Disciplina
Todos los que lo conocieron siempre supieron que la profundización sobre el cosmos y la naturaleza de la materia fueron sus desvelos como investigador. A la extensa documentación que quedó de esa disciplina de trabajo, hay que sumarle una competencia que se esmeró por compartir con sus estudiantes: el hábito por la pregunta una y otra vez, no declinar en la búsqueda de nuevos y más pertinentes conocimientos. Método, rigor, disciplina y un eterno preguntar fueron constantes en sus principios de enseñanza, al punto que en una comunicación que alguna vez le dirigió a un grupo de estudio les concluyó: “mientras la matemática goza quitando significado, la física se esmera por dotar de significado lo que la matemática des-significó. Pero la última palabra la tiene, en definitiva, la filosofía”. Es fácil ver así que todo lo que hizo en su vida fue por ellos, por los estudiantes, en acompañarlos para que nada tuviera límites. En la relación con los alumnos se jugó mucho de la esencia de su vida.

La familia
Con semejante realización, revela que hay un logro más trascendente aún: su familia. Su esposa, sus hijos y su nieto lo llenan y le colman todas las aspiraciones de desarrollo que ha podido tener como ser humano.
La inteligencia y la capacidad creativa enrutadas al encuentro de complejidades mayúsculas en el universo del conocimiento, la ciencia y la filosofía, le permitieron hallar otros caminos de pensamiento y aprendizaje que, con el tiempo, se han decantado como sus dimensiones trascendentales de ser: un hombre pacifista que odia la guerra, un ferviente defensor de la equidad y la solidaridad entre unos y otros, entregado a la protección del desprotegido. Es decir, un ser íntegro que no tiene límites para encontrar verdades científicas, tampoco los tiene para ser bondadoso, compasivo y profundamente sensible.

Su más reciente obra

La literatura
Sólo le faltaba un encuentro más para completar una vida entregada a compartir el conocimiento y su sabiduría: a la tarea educativa le sumó la literatura. En la escritura encontró otra manera de acercar lo conocido con lo desconocido, la certidumbre con la incertidumbre, la luz con las sombras. Aunque reconoce que le ha faltado más tiempo para escribir, ha entregado recientemente una novela llamada “Encuentro natural con lo sobrenatural”, de la que se ocupó la revista de la Biblioteca Publica Piloto en una reseña que al final lo sintetiza: “Una narración donde el protagonismo se lo reparten democráticamente el mundo de los fantasmas, el de la ideas y las aventuras de seres reales en amasijo inextricable”.
La literatura recibió en la plenitud de la vida a Emiro, a quien le llega la palabra escrita para llevar al lector a experiencias insondables, pero, ante todo, llenas de sensibilidad para ver todos los vértices de la realidad humana.
Todo ese entramado de experiencias de vida aterriza en una frase lapidaria con la que lo define su hijo Camilo si le encargaran su epitafio: “una buena persona, un justo entre los hombres”.

*El autor es Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012) y Envigadeñas (2021). Colaborador habitual de la revista La Vitrola y de El Envigadeño Medio de Comunicación, publicaciones de Envigado.

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