Una oferta llena de sabores

Columnistas Opinión

Por Jaime Alberto Palacio Escobar*

Fotos suministradas por el autor (las antiguas son del archivo de Gonzalo Santamaría)
Hace pocos días circuló la noticia del fallecimiento, a los 92 años, de Benjamín Muñoz Taborda, conocido como “Chispín”, un chef vinculado por muchas décadas a Envigado.
Ese hecho, que deja un tono de pesar en muchos comensales que disfrutaron de su sazón y de la apertura a nuevas experiencias gastronómicas, me hizo devolver en la memoria para reconocer los restaurantes instalados en Envigado por la misma época en que “Chispín” deslumbró a sus clientes. Ir a comer a su restaurante, ubicado en la finca Las Margaritas, que otrora perteneció a doña Margoth Mejía y años después fue la sede del Tránsito Municipal, se convirtió en un placer, por la variada carta, los sabores y las preparaciones.
Por aquellos mismos años setenta, en el parque existían el bar Restaurante Jardines, El Paraíso, el Becerro de Oro y La Ceiba, sitios con oferta de comida criolla y, de pronto, con incursión en platos de mar. Eran lugares muy apetecidos por las familias.

Benjamín Muñoz Taborda, conocido como “Chispín”.

Mucha variedad
Con un formato similar aparecieron otros restaurantes a varias cuadras del parque: Las Palmas cerca de Los Naranjos; Mama Juana, en la intersección de los barrios Las Margaritas, José Félix de Restrepo y el Obrero y, un poco después, Juventud.
En esa misma década y en la siguiente hubo un salto notorio en la oferta. En el parque se estableció el bar y restaurante Sitio Viejo, muy novedoso por la variedad de platos, carta de comida internacional, otros licores y música en vivo los fines de semana. Ahí cerca, al lado del bar Aventino, en la carrera que entra al parque, existió la Tasca La Madrileña, una maravillosa experiencia de “españolerías” que infortunadamente duró poco.
Con la búsqueda de nuevos entornos para ofrecer mejores y más valorizadas ofertas de servicio a los comensales surgieron Brisas del Ayurá, lugar campestre donde hoy es la Urbanización Villa Fontana, con piscina, juegos para niños y una amplia carta de comida internacional. Igualmente, Asados La Parrilla, en el barrio Jardines, en donde se le dio mucho nivel a la comida criolla y que aún se mantiene con el nombre de El Trifásico, ampliamente reconocido por el chicharrón de “doble carril”. Asados Juan en Las Vegas, la primera experiencia de parrilla argentina especializada, gran oferta de vinos y salón de eventos. No sobra recordar a Pegujal, en la vía a Sabaneta, con música en vivo los fines de semana. En esa misma onda de nuevas experiencias, apareció El Pilón en La Magnolia, con sus arepas venezolanas que eran toda una delicia, igualmente recordado por la música popular antigua. En el mismo formato, al final de los noventa, se ubicó en la entrada a Envigado, Palogrande, concebido como una especie de ciudadela gastronómica y recreativa.

La pizza
Otra gran novedad fue la llegada de la pizza a Envigado. Llegó primero a la taberna La 37, lugar que admiró a todos por la distribución interna con mesas largas y tablones, la pizza y la cerveza del barril. Esa fue una sorpresa en los años setenta, toda vez que la comida italiana y, esa en particular, no estaba hasta ese momento en los restaurantes tradicionales, ni tampoco en los nuevos. Poco después apareció otro lugar similar que brilló y aún sobrevive, Lazaro’s Pizza.
Hubo en los noventa y mucho más en las primeras décadas de este siglo, una explosión de nuevas y sofisticadas formas de recreación. De esos años para acá, Envigado se convirtió en un buen entorno para centros comerciales, lujosos restaurantes, deslumbrantes discotecas que, de alguna manera, superaron por mucho la oferta gastronómica tradicional, la nueva de los alrededores e, incluso, introdujeron nuevos y exóticos hábitos de consumo para lugareños y visitantes.

Gastronomía creciente
Es sorprendente, por decir lo menos, que en forma paralela a la formalización y desarrollo de la amplia oferta de restaurantes ha crecido de manera exponencial otra oferta gastronómica para todo tipo de públicos que bien pudiera denominarse amasijos y manjares. No hay una esquina, no hay un barrio, no hay un local en un centro comercial en donde no se ofrezcan variedades de amasijos: empanadas, buñuelos, pasteles, tamales, papas rellenas, croquetas, tortas de chócolo, almojábanas y pandequesos. De la misma manera, también abundan panaderías y reposterías en las que se consiguen todo tipo de manjares como panes, helados, galletas, postres y tortas. No se pueden olvidar los carros de esquina con su oferta de perros, chuzos y hamburguesas, productos estos que han ganado estatus en los últimos años.

Las Palmas

El consumidor decide
Nadie le gana la carrera a nadie. Es el consumidor el que, según su gusto, momento del día y compañía, escoge entre la mesa servida de un restaurante o un paraíto al lado del mostrador de una repostería o de la plancha callejera.
Lo más interesante de toda esta historia es que en la carta de los tradicionales, en las nuevas propuestas y aún en las más sofisticadas no dejan de estar presentes aquellos símbolos de la comida envigadeña, la morcilla y el chorizo. Aunque los presenten de manera diferente y en exclusivas preparaciones, los envigadeños siempre vamos por el sabor de los chorizos de don Octavio al frente de la institución educativa Marceliano Vélez y la morcilla de las clásicas vendedoras en la antigua Plaza de Mercado.

Juventud

*Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012); Envigadeñas (2021) y 150 años después –Julio Vives Guerra-. Colaborador habitual de la revista La Vitrola y de El Envigadeño Medio de Comunicación, publicaciones de Envigado.

2 comentarios en «Una oferta llena de sabores»

  1. Amigo El Pala de Oro, afectísimo saludo. Viví por Otra Parte y trabajé en OIPELDAR; siempre un placer invitar a un extranjero a degustar la buena mesa. Gracias por tú excelente artículo.

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