Todo en él fue dignidad, amor y humor

Columnistas Opinión

Por Jaime Alberto Palacio Escobar*
Una mañana de un día cualquiera madrugó a trabajar a Coltejer, como lo hizo ininterrumpidamente durante varias décadas. Allí se desempeñó en varios cargos en áreas administrativas y de producción.
Muchas otras mañanas las dedicó a preparar su voz para cantar con el coro de Santa Gertrudis en los oficios religiosos para difuntos. Por muchos años hizo parte del grupo coral de la iglesia con don Luis Santamaría como director y posteriormente con Doña Berta, su hija.
Por largo tiempo también dedicó sus mañanas de fin de semana a jugar tenis con don Suso Jaramillo, su hijo John Jairo y otros amigos, en las canchas de Rosellón. En otras épocas había sido beisbolista y futbolista en los equipos de la empresa.

Era tenor
A lo largo de su vida su gran pasión fue la música en la que tuvo mucho afecto por varios géneros. Fue miembro de la Capilla Polifónica de Coltejer dirigida por el maestro Rodolfo Pérez y fue cofundador del Estudio Polifónico de Medellín con el maestro Alberto Correa. En ambas agrupaciones tuvo el privilegio de cantar obras religiosas, con su voz de tenor, piezas de los períodos renacentista, romántico y clásico, así como obras sinfónico-corales.
Eximio cultor de la música popular como intérprete de la guitarra, el tiple y como primera voz en su conocido trio “Los Tres Amigos” con Javier Castrillón, Luis E, Díaz y en ocasiones Joaquín Diosa. Muchas ceremonias religiosas, serenatas, despedidas en cementerios, acompañamientos en festividades familiares estuvieron en el día a día de sus compromisos. En el repertorio del grupo hubo una exquisita selección de obras de Juan Arvizu, lo que se constituyó como en su sello de identidad. Para la memoria quedaron sus célebres interpretaciones a dúo con la Soprano Marta Álvarez a quienes muchos llamaron “nuestra” Margarita Cueto.

Al centro, Luis Carlos Muñoz Álvarez. Foto Cortesía.

Gran ser humano
Ampliamente recordado en su actividad laboral, como deportista polivalente, dedicado y de buen rendimiento y mucho más como músico en varios géneros. A ello se le agrega que no hay una persona en Envigado que lo haya conocido y que, al hablar de él, pueda tener un mal recuerdo, una mala experiencia, una interacción infortunada, un conflicto, una desavenencia, por leve que fuera. Por el contrario, fue un ciudadano ejemplar resaltado por todos por su honorabilidad, su dignidad, su sencillez, su extraordinario sentido del humor, su don de gentes y, sobre todo, por el amor que le ponía a todas las actividades que emprendía. Sus hijos lo recuerdan como un excelente padre de familia y como un vecino de barrio al que todos quisieron por su espíritu cívico, su denodado afán de servir y de colaborar activamente en todas las causas comunitarias.
Si las palabras de esta nota circularan entre muchos envigadeños con la tarea de que identificaran la persona de la que se escribe, no hay ninguna duda que todos esos atributos, valores y desempeños conducen a una sola persona: Don Luis Carlos Muñoz Álvarez.

*Envigadeño raizal, nacido en 1958. Autor de los libros: Al final de cuentas, qué hacemos en Gestión Humana (2008); La paz laboral, costo o inversión (2012) y Envigadeñas (2021). Colaborador habitual del periódico Órbita y la revista La Vitrola, publicaciones de Envigado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.